Desaparecida en acción

Hoy es martes a mitad de precio en Blockbuster, por supuesto. Y hoy me hecho con Little Miss Sunshine, por supuesto. Aún no la he visto. Pero allí me espera, después de una odisea para hacerme con ella. Y luego de dar el tercer y último Examen del curso de conducir antes de las clases prácticas (mañana, horror) he tenido que rodear toda una manzana por que allí estaba ese mimo que no soporto y que, inexplicablemente para mí, una gran cantidad de gente da tribuna en la esquina de Arturo Prat con Eyzaguirre.

Ahora me hallo, precisamente, en un drabble exquisito de truchita, autora que hace muy poco descubri (cosa de una hora). Y es uno de los tres vicios. Uno de lo más recientes, el segundo, para ser precisos. Un RHr, y varios más, de la misma chica. En verdad, podría decirse a primera vista que producen caries, pero no. Realmente una cosa muy linda. Y rara es esta obsesión mía. Por que sólo ha sido ahora, estos meses de vagabundeo. Y es extraña. Y es repentina, por que a pesar de que debería haber sido desde el principio, como dictan las leyes de la obviedad, no ha sido hasta hace 60 días atrás, aproximadamente, que la he buscado a diario.



Pero en mí todo es así, extraño. Y repentino. Pero no por eso menos interesante.

Como lo fue cuando probé el Extasis. El Mini Mega, obvio. ¿De qué más podía estar hablando? Un helado mini mini mini mini mini como los minifilipinos (por ahí leí), de crema con suave mermelada de frambuesa, recubierto con chocolate blanco. Una delicia. Y eso que a mi el chocolate blanco no me gusta mayormente, digamos, no demencialmente. Me gusta, pero eso. Y extasis me ha hecho replantearme esa concepción en mi vida.

Que sí. Que me gusta el chocolate blanco. Ahora. A estas alturas de mi vida.

Y es que sólo hay que ser yo para ser así. Extraña y repentina. Más por lo último que por otra cosa.



Un bonus. Como me reprueben en el Examen numero tres por lo de los asientos para niños, me acrimino (y con un niño, que es peor). Pero como sea por lo de los remolques, me viene una super depresión, y nunca más en la vida se me ocurrirá decir "Sí, cacho de física". Mucho menos de lógica.

Qué sádico ha sido este post. Pero así es la vida. Así soy yo.



Y ojalá me equivoque.